La película se concentra en el sitio de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial, y lo hace a modo de capas superpuestas. Gracias a una construcción precisa y conmovedora de imágenes y sonidos, el cineasta consigue mostrar la contradicción entre la memoria individual del testigo y la instrumentalización de la historia por el poder político. Los destinos individuales cuestionan la retrospección del pasado y revelan la manipulación de los seres humanos y sus recuerdos